Una de las ventajas no deseadas del encierro
motivado por la cuarentena: la proyección de videos
reproduciendo interesantísimas conversaciones o
diálogos entre intelectuales. En este caso,
el historiador
Ricardo López Göttig charlando con el politólogo Pablo Dons, acerca de la
desvalorización gradual de la educación y los
orígenes de la destrucción del proyecto exitoso de
la post
Generación del '37
(o sea, la Generación del
Ochenta). Dons plantea que
el odio a la democracia liberal y al capitalismo ha
sido la gran fuente de la decadencia a lo largo del
último siglo y medio, abrevando en la generación
tardía de los Ochenta (Ibarguren, Carlés, Lugones
-cuyo aniversario de su muerte es hoy- y cía).
La crítica moral a la sociedad abierta que
favorecía la movilidad social ascendente y por el
contrario, la reivindicación de los valores
tradicionales de la sociedad que se iba quedando en
la retaguardia, fueron los cimientos de aquél odio.
La misma elite se fue disparando gradualmente en los
pies: aquí, lejos de existir una "revolución
popular" -como aducen peronistas y kirchneristas al
unísono, hubo una erosión de los mismos valores que
llevaron al progreso de la sociedad.
Dons empieza con un dato revelador de la
tragedia educativa argentina: mientras hace 20 años
atrás, los niños de primer grado aprendían ya a leer
y escribir, ahora aprenden recién a partir de sexto
grado. Resulta interesante como Dons, a la hora de
las responsabilidades lejanas al respecto, hace
hincapié en
la fortaleza del nacionalismo católico a lo largo
del tiempo, hoy potenciado por el pensamiento de
Jorge Bergoglio,
como Papa Francisco,
exaltando la sacralización o glorificación de la
pobreza y un orden social jerárquico, donde cada uno
mantiene, sin ascender, su lugar en la escala
social, sólo matizado por cierto grado de
distribucionismo.
Llama la atención entonces, dice Dons,
en la última
discusión por el aborto, cómo libertarios anarcocapitalistas iban a las plazas,
acompañando a los "Provida", que están en la
antítesis de una sociedad abierta y demás valores
liberales. Existe una falta de cultura generalizada
y mucho esnobismo, que explican estas insólitas
alianzas, potencialmente explosivas según López
Göttig. Remarca Dons que la "patria instagramera"
puede tener un éxito efímero y es una demostración
más de cómo el liberalismo argentino hasta ahora, ha
carecido de cultura política y militancia.
Resulta paradójico en tal sentido que, a
diferencia de lo postulado por el anarcocapitalismo,
el liberalismo argentino contribuyó según
el historiador
Ezequiel Gallo,
a crear el Estado, concentrarlo en nichos
estratégicos y luego limitarlo,
no "explotar el Banco Central", como a veces se
postula en los vivos de Instagram. Según Dons, hay
que militar en la calle, penetrar en las villas,
generando un liberalismo popular, sin esnobismo, sin
la conexión "online",
sino con formación y lectura. Claro, sobrevuela en
este pasaje, una crítica velada a los Maslatón, a
los
Milei,
a los Gómez Centurión y obviamente, los
"influencers".
Aunque por lo visto en Carlos Paz y
otras ocasiones, juzgarlo a Milei como superficial,
es por de pronto, muy exagerado si tenemos en cuenta
su gran formación académica e intelectual.
Finalmente, los interlocutores exploran las
raíces del mundo sindical argentino, su carácter
crecientemente patrimonialista, sus concubinatos a
partir de negocios como contratistas del Estado,
etc. Incluso, cómo
en "la vieja guardia sindical" argentina -citando
López Göttig un estudio de Rubén Zorrilla-, el hijo
de un sindicalista se casaba vía matrimonio civil y
pretendía escalar socialmente, fuera del ámbito
gremial y ahora, por el contrario, decide casarse
vía Iglesia Católica y se convierte en sucesor de su
padre, en el sindicato. Cualquier
parecido con la familia Moyano, es pura
coincidencia.
Respecto al futuro, Dons plantea un escenario
complejo, testimoniando el enorme desencanto social
con la gestión Macri, fracasada por la falta de
visión de la realidad. Todo ello se agudiza con la
enorme "politización de la política", esta especie
de reinado de la hermenéutica, la interpretación
permanente de lo que pasa. Sin embargo,
se puede salir adelante si a la formación se le
agrega la participación: a la ejemplaridad
individual hay que sumarle la pública, para ser
buenos ciudadanos. El desprecio a
los sectores populares -a través de las veladas
críticas a los "choriplaneros"- de parte por ejemplo
de los vecinos de clase media de Recoleta que, de
manera contradictoria, también rechazan ganar dinero
por vía lícita, debiera dejar lugar una mayor
formación e involucramiento con pensamiento crítico,
en la cosa pública.
(*) mmontes79@hotmail.com |