Año 8 - Nº 1
Septiembre 2012

Editor Resp.: Raúl A. Galíndez
Diseño: Charly Manildo
Corrientes 763 P.3
2000 - Rosario 
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DOCTRINA

LA LEY ¿PARA QUE SIRVE?

Por Ernesto Rienzi (*)

Sabemos que la ley es una norma o una regla que regula conductas humanas.
En un sentido estricto, es la voluntad del poder legisferante plasmada por escrito para que se haga o deje de hacer algo. Es la principal fuente del derecho a la que deben sujetarse todos los ciudadanos alcanzados por ella.

Es el instrumento que aplicarán los jueces en sus decisiones y que deberá ser cumplida obligatoriamente (imperium).

Está claro que es una creación de los hombres, no es algo que nos ha sido dado por la naturaleza. Son hombres quienes la redactan y fijan sus pautas.

Pero, ¿cual es el verdadero sentido de su existencia?
¿Para que se toman el trabajo de redactar leyes, algunas muy extensas y complejas? ¿Simplemente para entretenerse? ¿O persiguen un objetivo más concreto y práctico? Sería una ingenuidad pensar así, nada se hace si no hay un interés detrás de quienes detentan el poder y son los encargados de legislar.

En principio, es claro que esas reglas, que, comenzaron siendo primitivamente usos y costumbres, tienen por finalidad primigenia mantener el orden dentro de la sociedad de la manera más justa posible, esto es, evitando que cada uno haga lo que le parezca, tome venganza por propia mano, mate o robe impunemente.

Este es el fin moral y lógico de la existencia de la ley, esto es, en definitiva, mantener la paz social.

El hombre es gregario por naturaleza y necesita vivir en comunidades, convivir con sus semejantes, por ello, es preciso que se organicen y se dicten reglas, que aceptadas por todos como justas, contribuyan a mantener la convivencia pacífica. Lo contrario sería un caos. Si cada uno pretendiera hacer lo que se le ocurra no es difícil imaginar lo que sucedería, habría una regresión a la etapa más primitiva y animal, precisamente, la organización social estructurada sobre el pilar de ley supone un gran paso adelante en tal sentido para la civilización.

Consecuentemente, cada ley que se elabore debería estar inspirada en estos altos principios morales de bien común, lamentablemente no siempre es así, la naturaleza humana lo desmiente a diario.

Hay una tendencia generalizada a creer que las leyes, por el sólo hecho de serlo, son justas y morales, craso error, ello dependerá de la “intención” que haya tenido el poder al elaborarla, lo que se denomina su “ratio legis”, esto es el bien jurídico que tienden a proteger.
También hay una tendencia natural a someterse a lo que “está escrito”, lo digo literalmente, a la letra escrita.

Pienso que cada ley debe ser analizada con un riguroso espíritu crítico, es preciso desentrañar cual es el objetivo perseguido por el poder con su dictado y, será el resultado de ese estudio que nos levará a la conclusión de si es justa o no, si persigue fines morales de bien común o es sólo un instrumento utilizado por el poder, con otros fines, a veces, espurios. En este caso, habrá llegado el momento de cuestionar su legitimidad, su constitucionalidad.

Una ley que establece una sanción importante a quien comete un homicidio, es justa porque protege un bien jurídico tan importante como la vida humana. Cuando más severas sean las sanciones más demostrará el poder su valoración del bien jurídicamente que protege. Esto dicho sin perjuicio de otros medios alternativos que también podrá implementar para coadyuvar a proteger la vida.

Pero, si una ley en sentido material despoja a los ciudadanos de sus ahorros o fondos jubilatorios será injusta, inmoral, y no estará protegiendo un bien jurídico que debe ser protegido, esto es, la propiedad privada. Naturalmente habrá situaciones de excepción que podrán justificarlas, pero esas situaciones de excepción, son precisamente de excepción (una guerra, una catástrofe natural) no pueden perpetuarse indefinidamente en el tiempo y deberán estar plenamente probadas y justificadas, esto es, compadecerse, con la realidad fáctica del país considerado en su totalidad.

Violentar al legislar estos principios con los cuales deben ser dictadas las leyes, conlleva a que el ciudadano común que, obviamente, tiene un sentido natural de lo justo o injusto (los romanos decían que el hombre que sabe razonar sabe derecho) se tiente a tomar la justicia por su propia mano, o bien, a eludir sus efectos para no verse perjudicado (hecha a ley hecha la trampa) y esto, tiene un efecto devastador en la moral general de la sociedad por su efecto multiplicador y sobre todo por la pérdida de confianza en la ley y en la justicia.

Entonces, y a modo de conclusión digo la ley es una creación humana emanada del poder que “sirve para preservar la paz social o no sirve para nada”.


(*) earienzi@fibertel.com.ar


Nuestros Próximos Columnistas serán los Dres. Alex Padovan y Marcelo Pozzi.


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